El conocimiento de sí mismo como conducta hacia la vida

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iempre cuando se habla de la vida, se pone en la relación con la muerte. Y esto nos causa gran preocupación y desolación. El presente escrito intentará exponer y defender la tesis que la teoría del conocimiento expuesta por Platón sirve como un modo de convertir en arte la vida. Entiendo por arte el mejor modo de vivir ante la condena de la muerte que vive cada ser humano. En la primera parte daré un esbozo del Menón y del Fedón en relación con la teoría del conocimiento para después pasar a la tesis del cuidado de sí y la relación con el conocimiento de sí.
1. Menón y Fedón: la teoría del conocimiento
En el Fedón, Platón investiga sobre la inmortalidad del alma, pero también plantea una teoría del conocimiento, en donde el conocimiento se explica por sus contrarios, y en cierta medida, por la inmortalidad, ya que ella accede al conocimiento total cuando se libra del cuerpo. Y porque antes de llegar al cuerpo, tiene unos conocimientos impresos en ella que hace que tenga el acto de reminiscencia, aunque esto se remite principalmente al Menón. En el Menón, Sócrates le arguye a Menón sobre porque hay ciertos conocimientos en la mente del ser humano los cuales son “innatos” en susodichos seres. Veamos más a fondo está teoría.
La teoría de la reminiscencia, es una teoría del conocimiento que tiene como base al alma y el conocimiento de la misma, para realmente conocer algo claro y distinto. Esta epistemología parte de una idea que abarca todas las demás ideas en una sola. En dicha teoría se explica que hay un alma que se encuentra en el mundo de las ideas y cae accidentalmente al mundo terrenal. Este arrojamiento al mundo hace que ella pierda toda la sabiduría y se una con el cuerpo. Y además de eso pierde todo el conocimiento que conservaba. Por lo tanto, durante el transcurso de su vida, el alma hace remembranza de todo lo que sabía. Para ver esto bien, plantearé lo que Sócrates comenta en su discusión con Menón, y citó:
“Sócrates: Si, pues, tanto en el tiempo en que es hombre, como en el que no lo es, hay en él opiniones verdaderas, que despertadas mediante la interrogación, se convierten en fragmentos de conocimientos, ¿no habrá estado el alma de él, en el tiempo que siempre dura, en posesión del saber. Es evidente, en efecto, que durante el transcurso del tiempo todo lo es y no lo es un ser humano” (Platon, 1988, 312).
Con esta cita quiero dejar claro la posición de Sócrates con respecto a la reminiscencia del alma. Este acto de recordar las cosas es la forma verdadera de llegar al conocimiento. El ejemplo que da el texto del Menón y me parece esclarecedor es la figura del esclavo de Menón. Sócrates utiliza la figura del esclavo para indicar que todo el mundo tiene conceptos básicos de geometría, y que con las preguntas adecuadas se puede sacar a luz dichas respuestas. Ahí recae el acto de reminiscencia. Cuando Sócrates le pide dividir un cuadrado a la mitad exactamente y él da todas las herramientas para hacerlo, él no logra dividir el cuadrado a la mitad. Cuando Sócrates le muestra la respuesta pitagórica al problema, el esclavo la toma como evidente. En este acto radica la reminiscencia. Sócrates argumenta que por más ignorante que sea una persona, puede llegar a conocer, ya que las ideas ya están impresas en su alma.
En ambas tienen algo en común, y es el alma. Para Platón la verdad del conocimiento se encuentra en el alma, ya que en el cuerpo, por ser algo divisible y finito en su género, deja muchas dudas. El alma es el eje fundamental del conocimiento, y como se verá en el siguiente apartado, del cuidado de sí.
2. La relación entre conocimiento y cuidado.
Mi intención en esta segunda parte es mirar la relación entre la teoría de las ideas (la frase famosa de “conócete a ti mismo”) y el cuidado que tiene cada uno consigo mismo, ya que es pieza fundamental en los griegos esta doctrina de mirarse uno mismo en tanto que reflexión. La filosofía en los antiguos siempre se ha visto como una reflexión de la vida, y sobre todo, una actitud de ayuda hacia el miedo a la muerte. ¿Cómo se llega a la reflexión sobre la muerte? ¿La filosofía ayuda en esta tarea? Estas cuestiones son las que intentaremos responder.
Platón, a través de la figura de Sócrates, siempre nos dejó que el conocimiento se consigue por medio del alma, como ya está explicado en la primera sección. Él que mejor accede al conocimiento es quien se dedica con amor a buscarlo, o sea, el filósofo. Por esto etimológicamente la palabra filosofía significa “amor a la sabiduría”. En el texto de Alexander Nehamas, titulado el arte de vivir, en el capítulo 6, nos muestra la interpretación de Foucault acerca de la filosofía: “La filosofía, de acuerdo con la interpretación de Foucault, empezó no tanto como un esfuerzo para presentar algunas doctrinas generales acerca del mundo o nuestro conocimiento de él: su propósito era, más bien, cambiar la vida de las personas a un nivel individual” (Nehamas, 254, 2015)
Aquí podemos ver que el filósofo no es aquel que reflexiona sobre las nubes y el espacio como algo ajeno a él, sino que se ve en relación con el aspecto práctico de su cotidianidad. Él busca el conocimiento para entender mejor el por qué se encuentra en esta vida y como se puede vivir mejor. Aquí el término clave de la noción de filosofía es el de búsqueda. Solo es en la búsqueda donde el filósofo hace de la vida un arte. Veamos primero porque el filósofo busca el conocimiento.
La relación entre verdad y conocimiento es fundamental para realmente conocer algo. Uno solo puede conocer las cosas que son verdades, ya que las falsas son ilusiones de la realidad objetiva. Sócrates siempre en sus enseñanzas quiere dejar eso claro, como cuando en República intenta dividir entre opinión y conocimiento. “Practicar la filosofía supone la dedicación a superar la mayor cantidad posible de ideas falsas y acercarse más a la verdad que el resto de las personas; es permitir que nuestra vida sea gobernada por el alma y en tal sentido alejarse lo más posible de una vida ordinaria” (Nehamas, 251, 2015).
La búsqueda de que la vida sea gobernada por el alma, es que estará mejor llevada hacia lo más puro y claro, es decir, la verdad. Y la relación con el cuidado de uno mismo, es que en la reflexión de la verdad, ineludiblemente llegará la respuesta sobre quien somos nosotros, o quien es el yo. Para poner un ejemplo, Nehamas nos coloca en la posición de alguien que necesita unos buenos zapatos. Solo un zapatero, quien es experto en los zapatos, podrá darnos los mejores zapatos posibles. Si en vez de ir al zapatero, nos conducimos a un sastre o un político, esté no sabrá cómo elaborarnos susodichos zapatos. Quien debe conducir la vida es el filósofo, porque es quien más ha vivido por la vida.
Aquí hay una problemática, ya que la propuesta de Sócrates no es decirle a la gente que vaya con los filósofos, porque ellos son quienes tienen la respuesta ante la incógnita de la vida. La invitación del filósofo es que vivan filosóficamente cada uno y que remarca Nehamas: “La filosofía como tal arte, como un modo de vida, como forma de autocreación, de convertirse en lo que uno es, del cuidado de sí, no puede nunca seguir ejemplos de un modo directo” (Nehamas, 289, 2015).
Cuando Nietzsche pone de subtitulo a su autobiografía “cómo se llega a ser lo que se es” es que la filosofía es una “auto-búsqueda” de uno mismo. Solo centrándose en la búsqueda del conocimiento, se llega a ser lo que es uno mismo. Por eso:
“Sócrates no fue maestro de una técnica del autoconocimiento, fue un <<partero>> que buscó esa técnica para sí mismo y buscó que los demás se inquietaran por buscarla también. Su gran contribución para los demás atenienses no fue enseñarles a <<cuidar de sí>> o a <<conocerse a si mismos>>, como quien enseña una destreza que ya ha conseguido desarrollar. Su gran labor fue la de mostrar, por medio de su propio ejemplo, que el camino de la verdad es interior, una técnica que se adquiere con el autoexamen, con la búsqueda constaste del <<sí mismo>>, que el mismo Sócrates desarrolló por medio del examen a los otros: examinó a los otros, para, como un espejo, examinarse a sí mismo y cuidar de sí” (Sánchez, 202, 2011).
Sócrates utilizó la filosofía como una herramienta para ser sí mismo. Y en eso recae la relación entre la filosofía como arte, ya que uno moldea su propia vida a su manera y dependiendo de sus decisiones.
3. Conclusión.
Como conclusión queda que la filosofía y la vida van tomadas de la mano en la mayoría de los filósofos antiguos. La premisa que quiere dejar eruditos como Nehamas o Foucault, es que ante todo la filosofía sirve como un método terapéutico para afrontar lo que Schopenhauer denomina bajo el nombre de la “voluntad”. Y ese retornar a los antiguos para sobrellevar la vida es ante todo un calmante para tanto sufrimiento o padecimiento.
Referencias
Nehamas, A., El arte de Vivir. Reflexiones socráticas de Platón a Foucault, Pre-textos, Madrid, España, 2015.
Platón, Diálogos II, Editorial Gredos S.A., Madrid, España, 1988.
Sánchez, L. (2011). La relación entre el “conocimiento de sí y el “cuidado de sí” en el Alcibíades de Platón. En Literatura: teoría, historia, crítica. (183-203). Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de Colombia.

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